EL BOLSO DE: Melissa Carmona Debrouille

MelissaCuánto dice este bolso de su dueña.

Melissa Carmona Debruille, mezcla de sangre cátara y española (pasión y misticismo corren por sus venas) es para mi, alguien muy especial. Tuve la sensación de haberla conocido en otro siglo y de caminar a su lado por los mundos de la magia y la espiritualidad con pasos breves y sencillos, pero entusiastas. Mel, como me gusta llamarla, y con quien practico francés siempre que puedo, transita por el detalle, el amor al servicio, los animales domésticos y la eficiencia. Corteja lo inestable y lo prohibido. El arte y la perfección que en una «virgo» con elemento tierra, no deja de ser vital.

Intuyo que el verde -aunque no lo confiese- le aporta energía, pero ella se nutre del color violeta y lo declara suyo para todo; el tono de lo reservado, la emoción oculta, los sentimientos prohibidos, la discreción amable y el encanto de la meticulosidad.

Lo complicado y lo intuitivo se dan la mano. Quien adora el morado posee los sentimientos ambivalentes por ser este pigmento la suma de azul masculino y  rojo femenino. No obstante también sensualidad y espiritualidad impulsan su compás; es la unión de los contrarios lo que determina el simbolismo del púrpura; un velo de Isis en acción.

Este pigmento estuvo destinado en el pasado solo a los poderosos y abanderarlo trae a la memoria reminiscencias de lujo, fuerza y supremacía, aunque a veces ella no sea consciente de sus capacidades.

En la abadía de Westminster en Londres, se encuentra la silla desde la que en 1308 son coronados los reyes y las reinas de Inglaterra. Sus brazos están tapizados en un intenso violeta y del mismo color están provistas todas las coronas reales. Lo mismo el coche de la reina desde el que asiste el día de su cumpleaños. Y en San Vital de Rávena los mosaicos «morados» representan al emperador Justiniano y la emperatriz Teodora, rodeados de su corte (año 574).

La púrpura más célebre provenía de Fenicia (Tiro y Sidón) las  actuales Sur y Saida de Líbano. Allí aún hoy se acumulan inmensas capas de moluscos, como testigos de una producción importantísima en el pasado. La mucosidad incolora que segrega esta variedad de moluscos se dejaba pudrir para que aumentara su carne, y durante diez días se cocían en grandes calderas  que destilaban un color amarillento, transformándose después en violeta con la exposición al sol.

Púrpura es también el color de la magia, la transmigración de las almas, la vanidad.. Melissa genera la fantasía de lo posible por difícil que parezca. Los que aman este tono están destinados a creer y crear. No en vano en la terapia de chakras, está asociado al cerebro ( se unen los sentimientos y el entendimiento) y ella combina una mente analítica con un corazón enorme. Generosa, amorosa, sencilla, exigente, caminando en equilibrio por la cuerda floja de la vida, buscándose y tropezando deliberadamente con lo original, lo secreto, lo lejano y lo sagrado. Así vive ella desde lo más cotidiano, los entresijos de la realidad.

Morado y lucha son una ecuación perfecta. La misma asociación se dio en la inglesa Emmeline Pethick-Lawrence cuando en 1908 popularizó los tres colores del movimiento feminista en busca de los derechos y la lucha por el voto de la mujer: «Verde, blanco y violeta» justificando este último como el color de los soberanos, que simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora, y que abandera la conciencia de libertad y dignidad. De modo que en ella confluyen las dotes de mando,  la subjetividad, y los perfiles difusos, vacilantes y ambiguos de quien se asoma a la realidad tras la cortina de lo prohibido. Sigilosamente pero con señorío.

También es el color de los artistas y Mel lleva esa semilla dentro; delicada pero pujante en su afán por sacar lo mejor de ella misma al mundo, sin olvidar que es el color que se encuentra entre la vida y la muerte, entre el instante y lo eterno..


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