DE CERCA CON…

El calor no ha dado tregua en los últimos días de septiembre. Sin embargo, una de las muchas terrazas de la Plaza de San Sebastián nos permite tomar un refrigerio frente a “El Gran Hotel”. Es éste uno de los edificios más emblemáticos que el “Modernismo” dejó en Cartagena y no he citado a nuestro invitado aquí por casualidad pues, sé bien de su especial querencia por él. De todos los movimientos artísticos que se apoderaron de la ciudad trimilenaria, el «Modernismo», cuya huella dejó un bellísimo rastro artístico y cultural, reflejo de una sociedad próspera y venturosa en los primeros compases del siglo XX, es su predilecto.

José Manuel Chacón Bulnes, aunque desde hace muchos años reside en Cartagena, nació en la capital de España, donde también estudió arquitectura. Es Doctor arquitecto y Máster en restauración de Patrimonio histórico por la UPCT, ha escrito varios libros y conseguido innumerables premios nacionales e internacionales. Como miembro de la ONG «Bomberos en Acción» ha participado en el proyecto para la construcción de refugios  para los damnificados en el terremoto de Haití.

Para iniciar este ciclo de entrevistas a personajes destacados en nuestra sociedad, ya sean locales, nacionales o extranjeros, tenemos a un “cartagenero” de adopción.

En tu opinión, ¿hacia dónde debería tender la arquitectura? Puesto que la arquitectura posee una dimensión humana, inevitablemente debe tener un compromiso con la sociedad. Es un arte y como tal persigue la estética. Pero en oposición con otras artes, ésta permite vivir la obra, ocuparla. Por eso cumple una función social. Aunque los avances tecnológicos ponen a nuestro alcance la construcción de casi cualquier cosa, la mejor arquitectura es la que mantiene la unión con la tierra. Soy de los que piensan que en este oficio nuestro debemos hacer una construcción sencilla, accesible; dentro de la escala del hombre. Me siento condicionado por el Mar Mediterráneo y, bajo su influencia,  la nuestra es una arquitectura cúbica, práctica y luminosa, siempre en armonía con la naturaleza.

Cuál sería el proyecto soñado por ti, si las circunstancias te lo permitieran? En una ciudad, por poner como escenario a Cartagena, con un carácter tan patrimonial y donde el paisaje urbano está repleto de ejemplos del pasado y de distintas épocas (la historia, lo sabemos, se puede leer en ese legado) me animo, más que a construir, a rehabilitar. A poner en valor. Por ejemplo las baterías de costa (sobre todo las de la playa de “Cala cortina”) hacen que la imaginación se me dispare. Sin duda, los arquitectos solemos pensar en “usos posibles para escenarios existentes” sobre todo para esta ciudad que sólo lleva quince años de explotación turística.

¿Cuáles son, en tu opinión, las luces y sombras de la arquitectura? Hay que hacer buena arquitectura, con buenas proporciones y buenos materiales. Edificios que a la vez que funcionen sean bellos. El boom turístico que hace unos años hubo en España creó, en ciertos lugares, una estampa fea y poco armónica, escasamente integrada con el entorno, sin márgenes habitables ni agradables, como parques o zonas ajardinadas. Fue una arquitectura poco pensada, de prisas, muy salvaje. No obstante la arquitectura española goza de muy buena salud. Y cuando algunos arquitectos han tenido que buscar trabajo en el extranjero, se les ha recibido con los brazos abiertos. El técnico español sale muy bien preparado de nuestras universidades.

¿Cuáles son esos placeres a los que no puede renunciar José Manuel Chacón? Viajar es uno de los placeres que hay que repetir siempre. En nuestro oficio, además, “el viaje” es una experiencia a través de la cual podemos ver, tocar y sorprendernos. La arquitectura no es plana, debes sentirla. Otros de mis pequeños placeres son la lectura y la música. Me gusta disfrutar de un buen concierto. Además, por suerte, en esta Región de Murcia se está haciendo un gran esfuerzo por darle vida a una inquietud artística muy contrastada que empezó hace ya algún tiempo. Pero, sin duda, es compromiso del ciudadano participar en cada evento cultural al que se le convoque; fotografía, escultura, fotografía… Tal vez estamos tan rodeados de arte y cultura en esta tierra nuestra, que no le concedemos importancia. Aún así, hay que explotarlo.

Seguro que hay alguno más. Por ejemplo la gastronomía. Sin duda lo es y la española es riquísima. Hablaba hoy con una persona polaca y no podía decirme más de tres comidas tradicionales de su país. En España, sin embargo, cada rincón tiene platos excepcionales.

La gastronomía, además, está pasando por una etapa muy creativa. ¿Podrías “construir” una tapa por ejemplo de melón? (risas) Ciertamente la cocina está haciéndole un guiño a nuestro oficio. Cuando un chef habla de “construcción” o de “deconstrucción” está usando términos propios de la arquitectura. El melón es una materia prima fantástica que permite muchas posibilidades dentro de cualquier plato y no sólo como postre.

Como amante de la música que eres tuve la suerte de descubrir, gracias a ti, “El cante de Lo Ferro”. ¿Qué podrías decirnos de ese evento? Nosotros en mi estudio trabajamos con música clásica, pero me abro a todas las posibilidades de este arte. La cultura del cante, en concreto, se clava en nuestras raíces; en el fondo de la mina y del campo. Yo invito, a quienes puedan, que se acerquen a este espectáculo tan singular que cada año se supera. Me pareció encantador comprobar cómo todo el pueblo participa de esa fiesta para los sentidos, en un ambiente familiar en el que todos podemos constatar  la calidad de las voces y del sonido.

¿Nos sugieres un sitio para tomar un pincho? Afortunadamente en Cartagena empieza a ver muchos sitios donde degustar la gastronomía local. Creo que si tuviera que elegir, primero me iría a tomar unas croquetas en “La Fortaleza”, en la calle Cañón y luego a “La Fuente” a degustar una empanada o una porción de pizza de boquerón.

 ¿Cuál sería tu canción? Pregunta difícil, porque dependiendo del momento de tu vida en que te hagan esta pregunta, la respuesta puede ser una u otra. Quizás, la que marcó mi juventud fue un tema de Pink Floyd llamado “Wish you were here”. Fue el título del primer álbum LP que me compré con catorce o quince años.

¿Y esos dos libros que aún tienes cerca, en la memoria? “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino y, por qué no, uno de poesía de Lorca o de Miguel Hernández, lo mismo da.

¿Qué consejo darías a quienes están estudiando arquitectura? Que se preparen sin ansia ni prisa por acabar lo antes posible. Que tengan paciencia y que adquieran conocimiento, viajando, para observar qué pasa ahí afuera. Esta profesión es una carrera de fondo. Siempre estamos en continuo aprendizaje.

Tu bebida  y comida preferidas son… Un plato favorito, sin duda la paella, no una cualquiera, la que hacía mi madre. Era una gran cocinera. Sus paellas eran muy codiciadas por familiares y amigos. Y aún hoy, que ya no está con nosotros, tratamos de cocinarlas con la sabiduría que nos transmitió. De esta forma convertimos las reuniones familiares en un homenaje a su memoria. Y una bebida, sin duda un buen vino para acompañar esa paella.

Esa película que vuelves a ver una y otra vez. Hay varias y me cuesta decantarme por una. Pero quizás “Some like it hot” de Billy Wilder, o “Con faldas y a lo loco” que fue su título para los cines españoles, podría ser la mejor. Aunque le sigue muy de cerca “El Guateque” de Blake Edwards. Qué le vamos a hacer, ¡nadie es perfecto!

Un lugar para perderse. Cualquier espacio natural virgen. Por aquí cerca; Calblanque. Aunque podría servir una gran ciudad como Roma o New York.

¿Nos revelas ese consejo que alguien te dio una vez y que sigues aplicando en tu vida? Afrontar ésta con honestidad y honradez. Lo aprendí de mis padres.

¿Dónde te gustaría vivir en unos cuantos años? En mi casa, cuando termine de arreglarla. Es antigua y requiere de reformas, si bien ya estoy muy próximo a su conclusión. Aposté en su día por el casco antiguo de Cartagena. Por otra parte he dirigido mi trayectoria profesional hacia la rehabilitación e intervención en patrimonio. Espero que pronto pueda habitarla y disfrutarla con familia y amigos.

¿Qué detestas más? La hipocresía y el cinismo de la gente en general y de los políticos en particular. Procuro actuar siempre con la verdad por delante, así que no trago a la gente que se maneja desde la mentira.

¿Cuál es la hora del día que más disfrutas? Puede que el rato después de la comida, cuando te puedes relajar a mediodía para recuperar las fuerzas necesarias que te permitan terminar la jornada.

Sé valiente. ¿Cambiarías algo ahora mismo en tu vida? Sí. Muchas cosas. Me gustaría llegar a mi casa al final de cada día y encontrarme a alguien que me estuviera esperando, con los brazos abiertos y con una copa de vino sobre la mesa. Y conversar con ella sobre los acontecimientos de la jornada.

Cuáles son tus aficiones. Me encanta la música; clásica, ópera, jazz, flamenco, la música de mi juventud. La lectura. Este verano he devorado siete u ocho libros y todos me han atrapado.  Viajar, también, para ver arquitectura y aprender. Y la mejor, reunirme con mis amigos; algo difícil en estos tiempos donde cada uno lleva su ritmo, y comentar sobre cualquier tema; música, libros, cine, etc., con ellos.

Un edificio o monumento que sigue fascinándote. Hay tantos! El pabellón de Mies Van der Rohe en Barcelona, por decir uno cercano. Aunque me sigue impresionando el Panteón de Roma, con esa gran cúpula, una de las más grandes del mundo, construida hace más de dos mil años y que aún sigue en pie. Y perdóname por abusar de respuesta, pero también quiero añadir, como experiencia arquitectónica, la subida a la cúpula de Santa María del Fiore, de Brunelleschi, en Florencia. Lo recomiendo a todo el mundo.

Mar Casas

Estoy en el patio del centro universitario ISEN. Creo que fui a dar una charla sobre los trabajos de rehabilitación del edificio que finalizaron en 2015. La intervención recibió el primer premio en los XIX Premios de Arquitectura de la Región de Murcia (2017) en el capítulo de Rehabilitación y Restauración.

Foto del 30 de agosto de 2018. Disfrutando de este nuestro privilegiado clima mediterráneo en uno de los sitios más singulares desde el punto de vista ecológico en el mundo: el Mar Menor. Estamos haciendo “banda” en un J80, término marinero que se puede traducir como un trabajo en equipo cuyo objetivo es contrarrestar la fuerza del viento para ayudar a equilibrar el barco. Sin duda prefiero los trabajos en equipo o en grupo. Siempre es más enriquecedor y los objetivos se comparten y se celebran con mayor entusiasmo. A menudo, en mi trabajo, los proyectos y tareas a desarrollar deben ser redactados y ejecutados por equipos multidisciplinares, sobre todo en el ámbito de la intervención en patrimonio.

Julio de 2018. Volvemos a nuestro mediterráneo, ese denostado Mar Menor cuya belleza nos sorprende a pesar de todo. Imposible no sobrecogerse ante esta hermosa imagen que puede apreciarse cada tarde en la singular laguna salada. Ojalá sirviera para estimular la sensibilidad de nuestros políticos, para que activen de una vez por todas las medidas de protección y recuperación de este rincón en el que muchos hemos crecido.

Cabezo de la Fuente. Junio de 2018. Una vez más, el mediterráneo como referencia permanente en nuestras vidas. El mismo mar que trajo diversas culturas y civilizaciones que han terminado por definir nuestra actual idiosincrasia. A pesar de ser una tierra sedienta, la primavera explota en multitud de colores. Estamos en un terreno de ricos contrastes.

Cabezo de la Fuente. Junio 2018. Nubes grises a lo lejos y un horizonte oscuro y plomizo se ciernen sobre la joya que es nuestro Mar Menor. Sin embargo, en primer plano, una nota de color nos hace ser optimistas.

Los Urrutias. Septiembre de 2012. Espectacular tormenta en el Mar Menor. Incluso en condiciones adversas, la belleza termina por subir a la superficie de esta maltratada laguna, única en el planeta. Después de la tormenta viene la calma. Término tan marinero como cierto. Amanece un nuevo día.

Interior del edificio del CIM; el que fuera Cuartel de Instrucción de Marinería en Cartagena y siglos atrás antiguo cuartel de presidiarios y esclavos es hoy, gracias a la rehabilitación de José Manuel Chacón, una e las universidades más bellas del mundo en Cartagena, Murcia.

Una obra de obligada lectura. Su autor, José Manuel Chacón, nos desvela muchos secretos de este emblemático edificio modernista de Cartagena.

Por si te sirve, Mar, aquí dejo Bibliografía mía:

“Cartagena, aproximación al paisaje urbano I”. Edit: Universidad Politécnica de Cartagena. Cartagena. Año 2000.

“El Cuartel de Presidiarios y Esclavos de Cartagena. LA CASA NEGRA”; Edit: Universidad Politécnica de Cartagena. Cartagena. Año 2012.

“Celestino Martínez y el Gran Hotel”. Edit: Concejalía Cultura, Ayuntamiento de Cartagena. Cartagena. Año 2016.

“Historia y transformación de un edificio. De Escuela de Aprendices a Centro Universitario ISEN”. Edit: UCOMUR. Cartagena. Año 2016