Inicio esta andadura en mi blog, con un libro que tiene un lugar especial en mi biblioteca; EL PODER DEL AHORA, de Eckhart Tolle.
Comprimiendo las palabras para definirlo, es una guía de viaje hacia el autodescubrimiento, sin artificios, ni piruetas literarias, sino al contrario, sustentado por un lenguaje simple, directo y accesible para todos.
Este libro cayó en mis manos hace muchos años. No fue el único que marcó un antes y un después en mi trayectoria vital, pero he de confesar que ocurrieron fenómenos extraños durante su lectura que aún me cuesta digerir; ¿Paranormales quizá?, probablemente esa definición tenga poco de misterio, y la ciencia demostrará algún día, que hay resortes que tocan las teclas de un programa que todos llevamos instalado dentro, y que solo puede activarse mediante métodos y herramientas como las palabras sabias y sencillas, que emplea su autor.
Hace unos días supe por mi Maestra espiritual, aunque tal denominación no nos guste a ninguna de las dos (a ella su grandiosa humildad le produce un click incómodo que la etiqueten como tal, y a mi lo que me resulta inadecuada es la palabra espiritual -no el modo de definirla a «ella», porque lo considero acertado- por tratarse de un «palabro» manido que ha perdido entidad). Dicho esto, me explicó que el ser humano posee dos almas: una, la primigenia, es la que parte de la fuente, de Dios, de esa energía creadora y amorosa, o como cada uno lo entienda. La otra es el alma mundana, la que traemos a esta existencia para experimentar y aprender, la que se nutre de nuestras vivencias.
Así que enlazando este libro y la enseñanza de mi «Gurú», Eckhart Tolle nos enseña a dejar atrás nuestra mente analítica y su falso yo (el ego) para entrar mediante el silencio meditativo, en contacto con ese alma «que sabe».
Cada vez que veo la portada de «El poder del ahora», recupero casi instantáneamente el mensaje que lleva implícito: la importancia de parar y observar a la mente parlante. Esa que nos impide acallar el pensamiento para llegar al ahora. Pues es en ese tiempo cuando todo sucede y conseguimos acceder al yo más auténtico, al yo primigenio que mencionaba.
En una ocasión leí la entrevista que la revista TELVA hizo a un joven artista; Álvaro Ruiz, En ella, este «demiurgo» del grabado, la pintura y la escultura, expresaba una necesidad vital para su oficio: «hay que crear en soledad, aunque sea dura» -decía-. Y así también entiendo yo el proceso de creación a la hora de emprender cualquier empresa en nuestra vida (y no hay arte más complejo que «conocerse»). Por eso no todos se dedican a este oficio que exige mucho tiempo a solas con uno mismo, observando, analizando cada pensamiento, cada emoción, cada gesto del día, cada palabra pronunciada, sabedores de que éstas crean la realidad.
Y es un camino también difícil ese que nos deja en silencio con nosotros mismos, sin diálogos, solo respirando. Abandonados a la primordial razón de este mundo; que venimos aquí solos, y del mismo modo nos vamos. Y aunque supone todo un reto, Eckhart Tolle nos guía en este libro, con un lenguaje sencillo, planteando «pregunta-respuesta.» Donde cada frase resuena dentro de ti.
Este camino es de valientes, y no carente de riesgos, pero Mao Zedong dijo que para el largo viaje de las mil millas, hay que dar el primer paso, y merece la pena.
Su página web es: www.eckharttolle.com
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